1 + 1 = 3: La Verdadera Magia del Trabajo en Equipo

El trabajo en equipo es un mito... hasta que lo miras de frente. Si los egos, la envidia y la inseguridad están destruyendo tu productividad, esta historia es para ti. Descubre el click que hizo que un equipo de 30 personas superara la competencia interna y encontrara la fórmula mágica para que la confianza se imponga sobre el caos.

Alejandro Borges

11/1/20254 min read

people standing on gray concrete stairs during daytime
people standing on gray concrete stairs during daytime

Hola, querida comunidad de Escritor Resiliente.

Hoy quiero referirme a un tema muy mencionado, pero que, a menudo, no pasa de una simple expresión de deseo: el trabajo en equipo. Esa premisa, destacada y defendida por todos –al menos de la boca para afuera–, no es tan fácil de llevar a la práctica.

Como muchos de ustedes saben, trabajé más de treinta años en televisión. Durante ese tiempo, me tocó ser el responsable o uno de los responsables de grupos numerosos. Lo del trabajo en equipo era una constante que casi siempre se mencionaba, aunque tan solo fuera al pasar. Sin embargo, cuando empezaba la acción, los egos, las inseguridades, las envidias y un montón de factores –internos y externos– que hacen a la esencia de la condición humana, se transformaban en obstáculos o "chicanas" que terminaban deteriorando, debilitando y, muchas veces, hasta destruyendo ese apreciado trabajo en equipo.

Cuando la "Competencia" se Vuelve Destructiva

Recuerdo una ocasión particular en la que era uno de los dos responsables de un equipo de trabajo de más de treinta personas. Como había que conseguir múltiples objetivos en un tiempo finito, decidimos organizarnos en seis grupos de cinco personas. En principio, todo estaba claro y el clima general era bueno. Pero cuando empezamos a avanzar, comenzaron los cortocircuitos.

Por ejemplo, teníamos recursos materiales limitados. No pasaron muchos días antes de que dos equipos necesitaran el mismo material al mismo tiempo. Allí se generó una disputa sobre quién debía utilizarlo primero y quién debía esperar. Este tipo de situaciones se hizo cada vez más frecuente durante el flujo de trabajo. En cuestión de unas pocas semanas, se había transformado en una disputa feroz.

Comprometidos con su trabajo, su tarea y su meta, cada equipo trataba de asegurarse sus materiales con la mayor anticipación posible. Cuando el otro equipo iba a buscarlo, el material no estaba. Se lo habían apoderado sus "competidores" para asegurar su uso. No hace mucha falta que subraye que este contexto de trabajo solo exaltó los ánimos y disparó una espiral descendente donde las tensiones fueron en aumento, las discusiones y los enfrentamientos fueron creciendo y, como lógica consecuencia, la calidad del producto general y los resultados en particular se vieron afectados de manera negativa.

Como si esta realidad no fuera problema suficiente, el segundo nivel de confrontación se dio a nivel interno de cada grupo. Muy pronto apareció el individualismo. Algo así como "hago la mía" o "sálvese quien pueda". En este contexto general, las personas comenzaron a preocuparse por cuidar su situación personal por sobre el trabajo de su grupo y, más lejana aún, el resultado general del proyecto que nos involucraba a los treinta.

Hablar con Nombre y Apellido: El Camino a la Solución

La situación se hizo insostenible. Junto al otro encargado, decidimos convocar a una charla general. Pedimos a cada uno que expresara con total libertad su punto de vista, porque necesitábamos hacer un buen diagnóstico de lo que nos estaba sucediendo para tratar de encontrar una salida. La única condición: hablar con respeto y sin agresiones. Pero sí les rogamos no hablar de generalidades. Pedimos decir las cosas con nombre y apellido. No con un ánimo acusador, sino para entender y reconstruir.

La reunión no fue fácil. Hubo momentos muy tensos y argumentos que, en un principio, resultaron acusadores. Pero más allá de alguna subida de tono, fruto de la pasión por su trabajo, en líneas generales se aclararon los puntos. Tras asumir que, de alguna manera, todos tenían razón en su percepción y, paralelamente, todos habían cometido las mismas acciones "cuestionables" en la vorágine de la competencia, decidimos organizarnos de otra manera.

En un pizarrón establecimos una metodología de trabajo combinada, donde semanalmente se planificaba el accionar de cada equipo. De esa manera, se hacían combinaciones del flujo de trabajo que optimizaban los recursos y evitaban tiempos muertos, al coordinar el uso de los materiales finitos.

El Resultado: Una Sinergia Inesperada

Luego de un mes, comprobamos una escalada en los resultados positivos y un clima de trabajo colaborativo y distendido. Cada integrante del grupo se sintió respaldado y trabajó tranquilo, haciendo lo que le gustaba y sin necesidad de "cuidarse la espalda". Nos volvimos a reunir para evaluar el cambio. Incluso pedimos pizzas, refrescos y unas masitas para festejar los resultados de lo que ahora sí era un verdadero TRABAJO EN EQUIPO.

Ese día, sobre la parte superior de la puerta de entrada a la oficina, colocamos un cartel propuesto por una de las integrantes del grupo, que en clave numérica resumía de forma magistral la esencia de lo que habíamos logrado. Cuando otras personas de la empresa daban indicaciones sobre cómo llegar a nuestra oficina, decían: "Es la puerta que arriba tiene un extraño cartel que dice 1 + 1 = 3."

Para Cierre y Reflexión:

Como siempre les digo, en Escritor Resiliente no damos lecciones de vida, solo compartimos experiencias. Pero esta historia es un claro recordatorio de que, a pesar de los desafíos inherentes a la naturaleza humana, cuando la colaboración y la confianza logran imponerse sobre los egos y las inseguridades, los resultados pueden trascender la suma de las partes. A veces, la verdadera magia de un equipo ocurre cuando nos atrevemos a mirar los problemas de frente y a reconstruir desde la verdad.

Hasta la próxima.

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Esta historia sobre la fricción en un equipo de trabajo es un claro ejemplo de los desafíos que abordamos constantemente en la vida: la lucha contra el ego, el peso de las decisiones difíciles y la necesidad de reconstruir para avanzar.

Si esta reflexión sobre la condición humana y la búsqueda de la autenticidad resonó contigo, te invito a adentrarte en mi primer libro.

En él, profundizo a través de catorce historias reales (ficcionadas para proteger la identidad de los protagonistas), donde la resiliencia es la única respuesta para avanzar cuando toca enfrentar decisiones que ponen a prueba nuestra esencia.

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