El increíble poder de la resiliencia

Hoy es un día muy especial en el viaje de Escritor Resiliente. Encontré mi primer libro físico en manos de una persona muy especial. Siento una profunda mezcla de emociones al ver cómo este sueño, por el que trabajé por más de dos años, finalmente se hizo realidad.

Alejandro Borges

9/20/20253 min read

El Combustible de la Vida: El día en que mi sueño se hizo realidad

Hola, amigos. Hoy es un día muy especial para Escritor Resiliente, una jornada que he esperado por más de dos años. Sin embargo, me encuentro inmerso en una mezcla de emociones extrañas y profundas.

Hoy se concretó la primera venta de mi primer libro, “ ¿Qué harías? Historias reales, decisiones difíciles (Vol. 1). Ese ejemplar tiene un significado poderoso para mí, pues representa, de manera literal, la transformación de un sueño en realidad.

Lo que comenzó hace más de dos años como un hobby, después de un infarto que me obligó a jubilarme, fue mutando con el tiempo. Pasó de ser una simple afición a la aspiración de publicar uno de mis cuentos, luego la posibilidad de un libro, y ahora, me encuentro frente a un emprendimiento literario que ha superado todas mis expectativas originales.

A mis 61 años estoy trabajando con una editorial española, tengo otros tres libros en desarrollo, creé mi canal de YouTube (@escritorresiliente), y construí mi propio sitio web y blog (donde estás ahora mismo) solo con la ayuda de la inteligencia artificial. Hasta hace unos meses, muchos de estos conceptos me eran ajenos, lejanos e inaccesibles.

La resiliencia, ese motor vital

En este viaje, guiado por el entusiasmo y la curiosidad, me encontré con algo asombroso: la resiliencia es el verdadero combustible de la existencia. Es la energía inagotable que nos ayuda a superar obstáculos y a levantarnos cada vez que nos caemos. Es la capacidad de interpretar cada fracaso como una oportunidad de aprendizaje, y saber que al final de cada puerta que se abre, hay una meta que nos espera.

En estos dos años, he trabajado incansablemente para mejorar mi escritura, he aprendido sobre marketing digital, me he adaptado a los requerimientos del mundo editorial de la auto-publicación y he logrado convertirme en un “ciudadano del mundo” al trabajar desde Uruguay con equipos en España y Estados Unidos. Hay momentos en los que siento que no es posible que sea el protagonista de esta historia mágica e increíble.

La dulce melancolía del logro

Por otro lado, siento el cansancio del guerrero. Una mezcla de emociones por haber alcanzado lo que parecía imposible, pero aún afectado por la contradicción de la distancia. ¿Cómo es posible?, me pregunto. Después de tanto esfuerzo, mi libro finalmente se materializa, pero yo, el autor, estoy a miles de kilómetros de ese primer ejemplar. Mi mente me dice que es parte de la globalización, pero a nivel emocional, no logro procesarlo.

Sin embargo, me llena de una profunda emoción saber que Gabriela, una amiga que me conoce desde la adolescencia, se transformó en la primera persona en el mundo en tener un ejemplar de mi libro.

Es un sentimiento maravilloso, la certeza de que alguien puede atestiguar la totalidad del viaje de un niño de un barrio periférico de Montevideo que, sexagenario y forzado a reconvertirse por un infarto, se convirtió en escritor, youtuber y bloguero.

Lo más valioso de este viaje es haber confirmado que la conexión humana sigue intacta. A raíz de mi historia, muchos me han abierto su corazón y me han dicho que les transmito ilusión y esperanza. Definen mi viaje como una historia de “superación personal” que “regala esperanza”.

Hoy, el día en que mi sueño se hizo realidad, no me siento ganador. No me siento un ejemplo. Siento una profunda paz por haber entendido en plenitud las sabias palabras del Maestro Tabárez: la recompensa es el camino. Y lo que pasó hoy es un mojón importante en mi andar, pero lo más lindo es que todavía queda camino por recorrer.

Gracias, Gaby, por haber extendido generosamente tus manos para recibir ese primer ejemplar que convirtió el sueño en realidad. También, a todas las personas que de una u otra forma me ayudaron a estar donde estoy. Aprendí que no se puede esperar que los demás te lo solucionen todo, pero tampoco olvidar que solo, sin ayuda de nadie, no se puede lograr nada trascendente en la vida.